José Maria de Mendonça Júnior, Coronel de Cavalaria do Exército Português.

Vivência Militar: Portugal, Angola, França, Alemanha, Macau e Timor.

Condecorações: Serviços Distintos e Relevantes Com Palma, De Mérito, Avis, Cruz Vermelha, De Campanhas.

Vivência turística: Madeira, Açores, Espanha, Baleares, Canárias, França, Alemanha, Inglaterra, Italía, Suiça, Malta, Brasil, Paraguai, Marrocos, Moçambique, África do Sul, Zimbabwe, Indonésia, Singapura, Austráia, Filipinas, China.

Idiomas: português (de preferência), Espanhol, Francês, Inglês.

A melhoria da vivência dos portugueses e dos espanhois, excepcional presensa na União Europeia e no Mundo, residirá¡ numa UNIÃO IBérica constituída por Estados Federados das suas regiões do continente e das ilhas.
 
Esta tese é enviada por http://uniaoiberica.blogspot.com/ podendo ser correspondida pelo e-mail uniaoiberica.federacao@gmail.com ou pelo correio postal: União Ibérica, Av. Bombeiros Voluntários, 66, 5º Frente, 1495-023 Algés, Portugal; Tel: 00 351 21 410 69 41; Fax: 00 351 21 412 03 96.

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quarta-feira, dezembro 13, 2006

FEDERAÇÃO IBÉRICA (XV)

(*) José Antonio Vera
La unión ibérica: El debate abierto en Portugal sobre una hipotética integración política con España rescata el ideal ibérico como ilusión compartida por muchos en dos países que deberían vivir unidos.
No puede producirme más que satisfacción la noticia de la encuesta publicada por el diario portugués «O Sol» sobre una hipotética unión política entre España y Portugal, respaldada de forma expresa por casi el treinta por ciento de los ciudadanos del vecino país.
Quizás no fuera ninguna mala idea hacer un sondeo similar en España, aun sabiendo que nos movemos en el terreno de la política ficción. Probablemente se nos vendrían abajo muchas entelequias.
Y es que cuando se consulta a la gente se da uno cuenta de que las cosas pueden ser mucho más sencillas de lo que se supone. Por ejemplo, esa historia de que en Portugal nos odian. Será seguramente verdad, pero a mí siempre que he ido a Portugal me han tratado fenomenal. No he visto aversión a lo español y sí mucha coincidencia en gustos y costumbres con ellos.
Unos amigos de Lisboa me explicaban la pasada Semana Santa cómo en Lusitania admiran ahora los logros económicos de España y su floreciente prosperidad y desarrollo. Dijeron también que les gustaba la Monarquía de Don Juan Carlos y que, hoy por hoy, no tiene ningún sentido que españoles y portugueses no formen parte de una misma comunidad política, pues yendo juntos irían ellos mejor, se aprovecharían más del empuje español en todos los ámbitos.
Escuché todo aquello con agrado, pues no podía estar más de acuerdo con lo que decían, pero me pareció algo verdaderamente excepcional, para nada compartido por la mayoría de los portugueses, tradicionalmente recelosos a todo lo que viene de Madrid.
Veo ahora, tras esta encuesta de «O Sol», que sí se trataba de un pensamiento compartido por buena parte de la población portuguesa, casi un tercio del total, según el muestreo.
Y pienso que tienen razón. La separación de España y Portugal no obedece a ningún motivo geográfico o étnico.
Culturalmente somos muy parecidos, nos une el mismo pasado ibérico-romano-musulmán, la misma realidad europea, tenemos ahora incluso la misma moneda, y son ya infinidad las empresas que operan indistintamente aquí o allí, dentro del mismo mercado, igual que las multinacionales, que diseñan sus estrategias globales para España y Portugal, y crean delegaciones que operan simultáneamente en ambos países.
Pienso de verdad que la barrera del idioma no es tal, pues entre unos y otros nos entendemos perfectamente, y ese entendimiento sería mayor a poco que estudiáramos la otra lengua desde la infancia, cosa que se podría hacer sin gran esfuerzo.
Además, ya no hay fronteras, vemos sus partidos de fútbol y ellos los nuestros, la misma televisión está al alcance de todos, igual que la radio, o la prensa escrita, cada día más interconectada.
La revista «Hola» es, por ejemplo, una de las más leídas en Portugal, directamente en español, sin necesidad de traducción alguna. Y así en numerosos ámbitos. Los partidos entre el Madrid y el Barcelona, o el derbi madrileño de mañana en el Bernabéu, suelen tener gran seguimiento mediático allí, como es lógico por otra parte.
Me parece estupendo el resurgir de este moderno iberismo que conecta con las banderas que enarbolaron en el siglo pasado algunas organizaciones, incluso desde posiciones de izquierdas.
Que la capital del nuevo estado unificado pudiera estar en Madrid o Lisboa creo que formaría parte de un debate perfectamente superable, igual que el nombre de la entidad supranacional resultante. Sin pensar demasiado nos encontramos con Iberia, Unión Ibérica o Confederación Ibérica.
El nombre de Suiza es, por ejemplo, «Confederación Helvética», pero todo el mundo la conoce como Suiza. A la Confederación Ibérica todos la conocerían desde luego como España, no nos engañemos, pues somos 34 millones más que Portugal, y eso siempre tiene su peso, se quiera o no.
Tampoco parece muy complicado que la Monarquía se mantuviese como modelo para el nuevo Estado, pues en la encuesta de «O Sol» el 53 por ciento de los consultados dice sí al Rey Don Juan Carlos.
Aunque el resultado más apabullante de esa improbable fusión sería el reforzamiento de la cultura ibérica: casi 700 millones de personas en todo el mundo se entenderían perfectamente en «portuñol», o indistintamente en los dos idiomas más hablados en el área de Iberoamérica, y en buena parte de África. Un contrapeso nada desdeñable para la creciente influencia anglosajona, y muy superior en representación y legado de culturas tan cercanas como la germánica o la francesa.
Cabría apuntar más cosas, y algunos dicen que lo primero que habría que hacer es una Liga Ibérica de Fútbol, incorporando a la Liga Española a los más potentes equipos de Portugal. O quien pone el acento en romper de una vez las distancias territoriales con modernas infraestructuras de autopistas y Ave que colocarían a Madrid a dos horas y media de Lisboa u Oporto.
Ciencia ficción, desde luego, pero suena bien. Los portugueses han abierto el debate.
Qué pena que no tengamos una clase política, aquí y allí, capaz de estar a la altura de las circunstancias.
Ahora que en Europa lo normal es la ruptura, ahora que los nacionalismos han acabado con Yugoslavia y Checoslovaquia y están a punto de resquebrajar Bélgica, ahora que amenazan también la unidad de España, no estaría nada mal que sorprendiéramos al mundo con esta integración política contracorriente entre territorios que siempre debieron estar unidos.
(*) Residente em Espanha. Fecha: 30/09/06.
NOTA : Os negritos e itálicos são da nossa responsabilidade.